jueves, 15 de abril de 2010

Estamos de nuevo aquí

Bienvenid@s


El ensayo no tiene la carga que tiene una presentación oficial ante el público, y lo mejor es que se puede asistir gratuitamente.
También concierne a ese escrito en donde uno puede reflexionar o redefinir un tema, sin darle mucha importancia a la extensión del escrito y las formas de abordarlo.

El presente blog tiene esas insinuaciones, tanto la musical como la literaria. En esta época de libertades y prohibiciones extremas, tanto oficiales como informales, es necesario aplicar la democracia de las nuevas tecnologías.. así sea una aguja en el mar o así resulte arar en el mar a veces.

Sí, claro que vale hablar de postmodernidad, osea de toda esta mezcla de añoranza (eterno retorno) y vanguardismo clásico, informe, caótico, ordenado por ficheros en los discos duros del mundo que carcome y construye a esto que aun llamamos la cultura.

No hay localidades y al mismo tiempo sí las hay, todo está conectado y atomizado... qué tal?
Bueno, para partir podré decir que me inclino por la primera insinuación del ensayadero. El lugar de ensayo musical es tan amplio y genial. Puedes parar la música, mirarla, hablar de ella, descomprenderte de su totalidad y volver a unirla. Puedes fumar y beber lo que quieras mientras construyes o redimensionas las partes del tema musical. Improvisas, realzas, te equivocas, te dejas influir...

La invitación esta hecha... vengan a ensayar por donde les plazca..¡¡

F. El Ensayadero

Aportes al: rock.pablo@gmail.com

Fascismo - Por Daniel Trapo Calambres, Desde Argentina

Tras un tiempo de para, vuelve a la actividad el ensayadero con nuevos y viejos conocidos, con el fin de continuar alimentando este espacio con ideas y contenidos constructivos, con el fin de contribuir en la generación de pensamiento y de criterios que, puedan llegar a ser de utlidad a la hora de hablar, y así evitar el detrimento de la palabra, por no decir, hablar tonterías.

En estos últimos años, el continente africano ha sido en centro de nuestra atención (no por la hambruna ni por las guerras civiles, que, al parecer, no le interesan a nadie porque no son espectaculares como puede ser “Salvando al soldado Ryan”, por ejemplo), ya que se llevará a cabo la XIX edición del mundial de fútbol, que promete ser un gran acontecimiento y que, de seguro dará a conocer al sucesor de Italia como campeón del mundo.

Precisamente por eso nos ha llamado la atención este singular país, que fuera colonia primero holandesa y posteriormente británica, cuyos índices de crecimiento son los mayores de toda el África, además de ser una de las mayores reservas en minerales a nivel mundial. Un país que, en los fríos términos de la macreconomía, se puede considerar estable y prolífico.

Sin embargo a nosotros no nos interesa la economía ni su vacua terminología, sino lo que subyace a todo esto, las razones de por qué un asesinato que tuvo lugar en este país, este último sábado de semana santa, han generado algunas repercusiones importantes que han levantado las aparentemente acalladas voces del apartheid y del racismo en este lugar del mundo.


Si hacemos algo de memoria, hay que recordar que este país tuvo uno de los mayores sistemas de segregación y discriminación a nivel mundial: el mencionado Apartheid o “separación” en afrikaas, basado en la regulación y ordenamiento tanto del estado como del orden público a través del tono o color de piel de un individuo.

Este sistema casi nazi, predominó esta república por más de cuatro décadas, impulsado por una minoría blanca de origen holandés y británico, que daba prioridad a la población caucásica (blanca) en cuanto al acceso a los diferentes servicios públicos, de educación, libre circulación, etc. Mientras que la gran mayoría del país, se hallaba totalmente marginada a pequeños ghettos pequeños, precarios, degradantes.

Justamente por eso se levantaron varias voces en contra de este absurdo, tal fue el caso de Desmond Tutú o del mismo Nelson mandela (Premio Nobel de la paz 1993), para denunciar al mundo este sistema post facista que seguía intacto hasta principios de la década de los 90.

Tal fue la presión de la comunidad internacional que la República Sudafricana que no le quedó más remedio que abolir este sistema (El sistema fue abolido definitivamente en 1994 con la asunción de Nelson Mandela como presidente del país, el primer presidente negro hasta la fecha. Sin embargo, cabe destacar que durante los años de los regímenes comunistas de las vecinas Mozambique y Namibia, las potencias capitalistas de occidente apoyaron a los gobiernos derechistas pro apartheid, dado que estos financiaron a las guerillas de estos dos países durante el tiempo de la guerra fría, nótese el doble discurso de quienes nos dan el ejemplo con su democracia y su libre mercado).

Retornando al asesinato antes mentado, la víctima, Eugene Terreblanche, un activista de ultraderecha y pro apartheid, encontró la muerte de mano de sus dos empleados negros a quienes se dice explotaba laboralmente. Lo cual ha causado revuelo en Sudáfrica y, según los medios de comunicación (a los que no siempre, por salud mental, se debe creer), ha despertado un viejo fantasma del racismo latente en este país, en el que al parecer los ánimos sean calentado en ambos bandos, tanto en el de los fascistas blancos como en el de los radicales nativos.


Al parecer las razones de estas personas no tenían nada que ver con lo político y/o ideológico, sin simplemente con el hecho de que Terreblanche al parecer era un miserable fiel a su línea ideológica con sus empleados negros, que los explotó hasta el cansancio de éstos, lo que desembocó en este hecho de sangre, que ha generado una gran controversia a pocas semanas del inicio del mundial de fútbol.

A todo esto queda decir que el emblema del fascismo ha estado presente en toda la historia, desde los tiempos bíblicos, cuando los judíos eran perseguidos por lo egipcios, pasando por la edad media, tiempo en el que los moros eran los perseguidos, mencionando la América colonial, en la que los nativos originarios fueron los esclavos del hombre blanco europeo, pasando por el S. XX donde nuevamente se retomó la caza de judíos durante el tercer Reich y ni hablar hoy con la instauración del Quinto Reich en la que son los israelíes ahora los que cazan a los musulmanes.

El punto en si no es la muerte de un cerdo como Terreblanche, sino el hecho de que no debemos cultivar odios absurdos, basados en algo tan trivial como el color de la piel o en los rasgos de la cara, porque eso es alimentar a una cultura racista. Si este mundo es tan grande, diverso, multicultural, las ideologías de segregación no pueden tener más lugar aquí, tal vez dentro de un sanatorio, mas no en nuestro diario vivir, es importante reconocer a lo otro como tal, que está ahí y que convive con nosotros, y que nosotros también somos un “otro” para el otro. Con el fin de evitar que algún día, un nuevo apartheid se levante sobre nuestras cabezas y se erija como la más absurda de las leyes naturales.